Al reunirme con mi atractiva compañera de clase, nos pusimos al día sin perder tiempo. Se inclinó y le metí la polla hasta el fondo de su culo apretado, follándola como hacíamos antes. Sus gemidos llenaban la habitación; fue un festín de sexo salvaje y guarro, justo como nos encantaba. Golpes anales en su máxima expresión, sin tapujos.