Dixie pensó que se había ganado la lotería en el casino, pero ella era el verdadero premio. En la segunda parte, esta zorra hambrienta de pollas es penetrada como un cerdo por ambos lados, gimiendo por más mientras desconocidos la convierten en un juguete sexual sucio. Las cartas están echadas, pero Dixie sigue recibiendo una mano caliente y palpitante. Es un asado sucio y sudoroso, y esta zorra disfruta cada segundo.