Agotado después de un largo día de trabajo, solo quería relajarme. Pero no sabía que mi hermanastra había tenido la misma idea. La pillé desnuda, con los dedos metidos en su coño, gimiendo como una perra en celo. Con solo ver su culo apretado, me puse duro como una piedra. Sonrió, mirando mi polla, y ahí empezó la verdadera relajación. Una sesión de sexo apasionado, sin ataduras, pura liberación contenida.