La enorme polla del mecánico me sorprendió en plena reparación. De repente, estaba inclinada sobre el capó, recibiendo su gruesa herramienta hasta el fondo. ¡Joder, era enorme! Goteaba aceite caliente mientras me martillaba el coño, haciéndome gritar pidiendo más. No pude resistirme a su polvo grasiento y sucio.