El día de la madrastra dio un giro inesperado cuando una polla dura la pilló desprevenida. Gimió de placer mientras su estrecho coño se estiraba a su alrededor, recibiendo una embestida que no había sentido en años. Sus piernas temblaron cuando la enorme carga explotó en su interior, dejando su coño rebosando una cremosa y cálida eyaculación.
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