Afuera azota la tormenta, pero la verdadera acción está adentro. El hijastro no puede apartar la vista de las curvas de la madrastra. Retumba un trueno mientras la embiste, sus gemidos ahogan la lluvia. Es un festín sexual, no una reunión familiar. Húmeda, salvaje y perversa, esta cópula es más ardiente que los relámpagos de afuera.
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