Su padrastro ya no pudo resistirse, cogiendo el culo apretado de su hijastra como una fiera. Ella gimió, sintiendo cada centímetro estirarse, gritando por más. Sus curvas rebotaban con cada embestida, su sudor se mezclaba en una lujuria cruda y tabú. La habitación se llenó de palabras obscenas y el roce de piel con piel, su pequeño y sucio secreto sellando su vínculo.