Mi madrastra es una noctámbula, buscando polla al anochecer. Hambrienta de un buen polvo, entra pavoneándose, vestida solo con tacones y una sonrisa pícara. Esta puerca zorra no tiene suficiente, montándome como una campeona bajo las sábanas a la luz de la luna. Sus enormes tetas rebotan mientras se retuerce, gimiendo por más. Joder, esta noche va a ser salvaje.