Lleva sus vaqueros más ajustados, suplicándolo, susurrando: «Rómpete los pantalones, fóllame el culo, me callaré, lo prometo». Él hace precisamente eso, rasgando la tela vaquera, dejando al descubierto su ansiosa nalgas. En la habitación en penumbra, la penetra con fuerza, dejando escapar sus gemidos a pesar de su promesa. Ardiente, intensa y cruda, ella disfruta cada segundo.