En un baño público, una princesa sensual y aficionada a los juegos con sus mascotas recibe una paliza en la garganta. Esta pequeña exhibición obscena la tiene de rodillas, adorando una polla como la zorra real que es. No hay vergüenza en su juego, solo un deseo intenso de una verga palpitante en su garganta. Que le den a la decencia pública, esta princesa lo es todo para su placer pervertido.