Mi madrastra notaba mi nerviosismo, pero sabía cómo calmarme. Con su experta destreza al montar, tomó el control y me hizo sentir como un rey. Mientras la observaba desde una perspectiva privilegiada, me hizo una mamada increíble y me dejó penetrar su estrecho culo. Y cuando ya no pude contenerme, me corrió encima en un clímax intenso.