Mientras el padrastro fregaba la cocina, no pudo evitar mirar fijamente el respingón de su hijastra. Era una belleza y necesitaba mirarla más de cerca. La observó mientras se inclinaba y abría las nalgas, dejando al descubierto su estrecho ano. Finalmente, sin poder resistirse, hundió su polla en sus profundidades prohibidas mientras ella gemía de éxtasis.