Observo con asombro cómo la cachonda se retuerce bajo mi tacto, desnuda y esposada a la cama. Sus gemidos se vuelven desesperados mientras la provoco sin descanso, negándole el orgasmo hasta que suplica por liberarse. Con mano firme, le doy una nalgada satisfactoria, recompensando su sumisión antes de arruinar su orgasmo. ¿Amateur? Quizás. Pero es mía para jugar con ella, y me aseguraré de que lo sepa.
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