Cuando mi esposo nos dejó solos, mi hijastra y yo no podíamos quitarnos las manos de encima. Nos excitamos tanto que terminamos dándonos placer de todas las maneras posibles, explorando cada centímetro de nuestro cuerpo. Nos dejamos llevar tanto por nuestro propio atractivo que nos olvidamos del mundo exterior. Ahora queremos más.