Gemí cuando sus doradas hebras rozaron mi piel mientras me penetraba por detrás. Su miembro me llenó por completo mientras yo suplicaba por más. Su lengua rozó mi clítoris, haciéndome estallar de placer. Con cada descarga que bombeaba en mi cuerpo tembloroso, no pude evitar sentir una oleada de éxtasis que me invadía. Fue una noche que jamás olvidaré.
Visitar el sitio de patrocinador