No sabía qué me esperaba cuando me metí en esa enorme polla negra. Pensé que podría con ella, pero dolió muchísimo. Las lágrimas me corrían por la cara mientras me destrozaba el culo. El dolor era intenso, pero también el placer. Necesitaba que me llenara y me llevara a nuevas alturas. Soy una auténtica zorra del dolor anal y él me dio todo lo que necesitaba.