No puedo resistirme a hacer travesuras en público, sobre todo en el centro comercial. Me deslizo al probador, dejando la cortina abierta para que todos la vean. Mientras me desvisto, empiezo a juguetear conmigo misma, excitándome con la emoción de ser observada. La gente pasa, pero no me importa. Soy una esposa exhibicionista y me encanta que me vean. El riesgo de que me pillen solo me excita más, y no puedo evitar soltar un gemido al llegar al clímax.