No podía creerlo cuando mi cuñada me insinuó algo. Pero la emoción de acostarme con alguien prohibido era insoportable. Nuestros encuentros secretos fueron intensos y apasionados. Sabíamos que lo arriesgábamos todo, pero eso solo aumentó la emoción. Ser infiel puede estar mal, pero ¡qué bien se sentía!