Mi amigo me presentó a un sastre gay con talento del barrio. Pero no sabía que tenía una polla enorme. Mientras me medía la entrepierna, no pude evitar imaginarlo doblándome sobre su máquina de coser y follándome a cuatro patas. Y su polla era tan grande que quería montarla en vaquera hasta no poder más. Este sastre no era un hombre cualquiera, era una estrella porno que sabía cómo hacer una mamada alucinante.