Yolanda Yamz se atrevió a enfrentarse no a una, sino a dos pollas negras a la vez. Se arrodilló y comenzó a adorar esas pollas negras hasta que palpitaron. Mientras la penetraban con fuerza, suplicaba más, revelando a la zorra que llevaba dentro. La latina sabía cómo complacer a esos sementales, metiéndoles las pollas hasta el fondo hasta que descargaron sus calientes cargas sobre su bonito rostro.