Mientras deambulaba por una casa abandonada, me topé con una adolescente atractiva dispuesta a todo por un poco de excitación. Se puso a gatas como un perro y me ofreció una vista perfecta de su boca. No pude resistirme a taladrarla a cuatro patas y a abrirle bien su estrecho agujero. Gimió de placer mientras la llenaba y le daba la cogida brutal que se merecía. ¡Qué día para recordar!