La diosa de ébano tenía a su amo de rodillas, adorándolo en el altar de su perfecto trasero. Sus pies también recibían el trato real, mientras él servía a su ama con suma devoción bajo la atenta mirada de Glenn King. Halle Hayes era la personificación de la belleza y el poder, y su amo era solo un humilde esclavo en su presencia.