Me follé el culo regordete de mi madrastra en lo profundo del bosque. Sus mechones rubios me hacían cosquillas en la cara mientras sus gemidos amateurs llenaban el aire. Con un culo tan grande como el suyo, no pude resistirme a agarrar sus curvas y embestirla por detrás. Puede que sea una gordita, pero ¡vaya si sabía cómo hacerlo! Una auténtica MILF, me dejó sin aliento y con ganas de más.