Lydia por fin pudo cumplir su fantasía sexual más salvaje, que involucraba a cuatro hombres jóvenes y bien dotados. Empezaron con la postura del perrito y la vaquera, y luego pasaron a su especialidad: mamadas profundas. Los aficionados hicieron lo que pudieron, pero Lydia quería más. Así que se dio la vuelta y rogó por más corridas que cubrieran su rubia cabellera.