Mi esposa, que estaba cachonda, llegó a casa de una fiesta y le dio una paliza a nuestro empleado con su coño peludo. Se desnudó hasta quedar en lencería sexy y le rogó que la cogiera como una guarrilla. Vi cómo la penetraba con fuerza y profundidad, haciéndola gritar de placer. ¡Nos encantan las fantasías de cornudos!