Me desperté súper cachonda y decidí hacerle el amor dulcemente a mi almohada. Respiré agitadamente y gemí mientras imaginaba a un filipino atractivo y peludo derramándose dentro de mí. La idea de su semen cálido y cremoso llenándome me hizo gruñir y jadear de placer. Mientras jadeaba, no pude evitar imaginar a Geraldo Rivera observándome y excitándose con mi pequeño secreto sucio. Fue la experiencia ASMR definitiva.