Sus pechos hinchados dolían con la dulce y cremosa leche, pidiendo a gritos ser succionados hasta dejarlos secos. ¿Y quién mejor para saciar su sed que un hombre afortunado con fetiche por la leche materna? Sadie Holmes estaba lista para presumir de sus grandes tetas y sus habilidades de lactancia, ansiosa por satisfacer los antojos de cualquier admirador.