Presencié una pelea salvaje entre dos lesbianas de Chicago y me asaltó la lujuria. Anhelaba su coño suave y húmedo y no pude resistirme a esas grandes tetas. Una de ellas tenía un cuerpo curvilíneo de ébano que me hacía babear. Quería follármelas a ambas hasta que no pudieran caminar rectas. Fue un espectáculo amateur que me puso muy duro.