El viaje de Scarlett en el autobús sexual fue más salvaje que un aguacero. Esta morenaza implacable era una diosa, y los colegas sexuales estaban en el cielo. Su cuerpo estaba hecho para el placer, y lo demostraba con cada gemido y grito que escapaba de sus labios. Su lujuria era contagiosa, y pronto todo el autobús se llenó de cuerpos sudorosos. Fue un día para recordar, y el equipo del autobús sexual estaba deseando que cayera el siguiente chaparrón.
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