Me pavoneé por la playa abarrotada, sintiendo el cálido sol en la piel. La parte de arriba de mi bikini apenas me cubría las tetas, y mi consolador anal vibraba contra mi trasero. No pude resistirme a mostrárselo a unos desconocidos, sintiendo la oleada de excitación mientras miraban mi consolador. Era el día perfecto para un paseo público travieso.